Es curioso. Cuando el público mira hacia el palco para pedir explicaciones cuando las cosas no van bien, los dirigentes atléticos, en vez de sentirse aludidos, miran al banquillo y se cargan al entrenador. Esta es toda una tradición. A finales de los ochenta y durante los noventa rara era la temporada que no pasasen por el banquillo del Manzanares cuatro o cinco entrenadores diferentes.

Pensé que, de entonces, habíamos aprendido la lección, pero se ve que no. Estuve en contra de la destitución de Abel y lo estoy también ahora con Quique. Aquel director deportivo, presidente, consejero delegado o jefecillo de turno que piense que salva su culo cambiando al entrenador, además de irresponsable, es idiota. Los aficionados colchoneros no nos comemos los mocos. Sabemos perfectamente donde se encuentra el quid de la cuestión y no está, precisamente, en el banquillo. Al menos en el míster.

Lo que me sorprende especialmente en esta ocasión es la complicidad de algún periódico con la directiva para sondear qué tal caería la destitución de Quique. Sí, el Diario As. Los mismos que publicaron la famosa carta de Gil Marín en exclusiva el pasado verano.

No sé que intereses existen detrás de esta campaña de acoso y derribo, pero me gustaría saberlo.

En todo caso, y a pesar de abrir encuestas para calentar el horno, el As y la Directiva rojiblanca se están encontrando que la afición respalda mayoritariamente al actual equipo técnico, sobretodo pensando en un proyecto a medio plazo centrado principalmente en la próxima campaña.

Mucho ánimo, Quique. No pienses que este artículo es un regalo de cumpleaños -¡Felicidades!- ni un cheque en blanco. Confío en tu carácter y en tu forma de enfocar el fútbol. Sí de verdad consigues contagiar esa valentía a la plantilla pronto tendremos grandes resultados. Quizás haya que esperar doce meses, pero los tendremos.