El sueño continúa

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20:56 | Por : J.Dorado



La presión. Ese elemento circunstancial que a algunos empequeñece y a otros, como el Atleti, le eleva a lo más alto. El infierno turco no fue tal, y los rojiblancos con cámara, sombrero y gafas de sol únicamente lo conocieron como turistas, sin padecer mal alguno.

Ojo, no fue un paseo de rosas ni mucho menos. Los jugadores del Galatasaray salieron a aplastar a su rival en el sentido literal de la palabra y no encadenaron una jugada 'limpia' de fútbol en todo el partido. Ya en la primera parte se cargaron al Kun Agüero y con ello se desvanecían parte de nuestras esperanzas para superar la eliminatoria. Perdonad mi maldad, pero creo que no fue coincidencia, y lo visto a posteriori refrenda mi teoría conspiratoria.

Como les funcionó su trama con el Kun, aplicaron el mismo teorema con Valera, y con Reyes, y con Jurado, esta vez con peor suerte ya que el que cayó, y sin posibilidad de recambio, fue uno de los suyos. Un tal Erkin se fue a la calle en un momento clave del partido, a diez minutos del final y con previsión de prórroga certera.

Para entonces Simao ya había colocado un chicharro en las redes del bueno de Leo y Keita, again, había puesto las tablas tras un obsequio gratuito del triste Antonio López, que estuvo tan gris como siempre. Peor incluso, negro como la eventual elástica del Atlético, estuvo Perea regalando un balón de gol a los turcos y, por si las moscas, un penalti con una mano que ni el juez de línea, ni el de gol, ni el arbitro, pudieron ver por fortuna.

La posesión y la iniciativa la mantuvieron siempre intacta los de Quique, aunque tampoco estuvieron sobrados de juego. Jurado, desaparecido como de costumbre, le dedicó un balón a Reyes que olía a gol desde que el utrerano lo tuvo sobre sus botas. Le clavó un pase al mismo corazón del área al charrúa Diego Forlán, y éste, revolviéndose como pez en el agua, encontró la posición adecuada para mandar a su equipo a los octavos de final de la Europa League.

Los jueves seguirán siendo días felices para nuestra afición, alegrías gratuitas que adelantan la sensación de fin de semana, de alivio y de descanso. Podemos seguir soñando porque lo merecemos y nos conocemos, pero lo haremos sabiendo que es muy posible que un viernes de éstos nos levantemos meados y entonces se acabará lo bueno, y nos daremos cuenta de que la liga no nos permite soñar, y entonces comenzaremos a rezar aquello de "virgencita, virgencita, que me quede como estoy... amén".

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