El Atlético sentencia la eliminatoria con un 4-0

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23:22 | Por : J.Dorado


Empiezo a ver buena la idea de jugar la liga los lunes. Es día de semana, y este disciplinado equipo está dispuesto a cumplir el calendario laboral al pie de la letra. Ahora, de trabajar los domingos ni hablar. Es el día del Señor, y toca descansar.

Hijos míos, ¿por qué no jugáis siempre así? ¿por qué hacéis sufrir tanto a vuestros fieles? Prometí tener la cabeza fría y lo cumpliré, pero no puedo evitar deciros lo que todos sabéis: tenemos pie y medio en la final.

Hoy, cual capítulo de Barrio Sésamo, hemos aprendido dos buenas lecciones. La primera, que presionando al equipo rival somos capaces de robar balones y, en consecuencia, lastrar conatos de peligrosas ocasiones. Y la segunda, que al fútbol se juega sobre el césped, y no por el aire.

Interiorizados estos dos mensajes, el Atlético de Madrid saltó al campo con hambre, convencido de sí mismo y de sus posibilidades. Desde el primer minuto hemos salido al ataque, y hemos encontrado lo que imperiosamente hemos buscado, marcar (varios) goles y mantener la portería a cero.

Hoy sobre el campo el que partía el bacalao era Assunçao, y todos se plegaron ante él. Controló el campo durante los setenta minutos que jugó con la inestimable ayuda de Tiago, que consiguió dar salida a cada balón que bajaba al césped el portugués. Ambos se han consolidado como los dueños y señores del centro y difícil será que la eterna promesa García o el también eterno canterano Camacho les quiten el puesto.

Ujfalusi le ganó la partida a un abucheado Canales que no tuvo opción de mostrar su valía. Por aquí dicen que tiene principios del síndrome Julen Guerrero. Ya saben, aparezco, desaparezco, aparezco, desaparezco... El único que inquietó tímidamente a David De Gea fue Tchité que revolvió bien cerca del área aunque siempre con un final frustrante.

La otra cara de la moneda fue la delantera colchonera, con un Kun intratable que superaba por fuerza, velocidad y sobre todo picardía a los racinguistas, que ayer vestían de verdinegro.

Picardía también la de Reyes en el primero de los goles. Fallaron hasta cinco jugadores del Racing y el utrerano remató a placer confirmando los buenos síntomas que hasta el momento habían mostrado los de Quique.

Una empalmada de Simao asentó el partido y dos penaltis, uno más legal que otro, transformados por Forlán pusieron la guinda a una noche perfecta que celebró fervientemente la hinchada colchonera al verse cada día más cerca de una final diez años más tarde.

Pero ojo, hay una extraña coincidencia que inquieta seriamente a alguna cabeza mal pensante que recuerda que hace diez años, cuando bajamos al pozo, estuvimos en la final de la Copa y llegamos hasta octavos en la UEFA. Que no despisten lo importante pues una final, si llegase, no es más que pan para hoy y hambre para mañana.

Comentarios (1)

La eliminatoria está sentenciada pero sin la ayudita del árbitro lo estaría menos...

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