Cuatro a uno, y mira por donde supo a poco. Increíble, pensarán algunos. Está loco, dirán otros. Pero sí, en un partido técnicamente perfecto, el Atlético no se mereció sufrir hasta el minuto setenta y siete cuando tuvo que haber consolidado el resultado ya en la primera parte.
Magnífico, extraordinario. Calificar como queráis el mejor partido del Atlético en los últimos tiempos. La verticalidad en su máximo apogeo ha arrollado a un paupérrimo Valencia que no se pareció en absoluto al divertido y talentoso equipo que hemos visto hasta ahora en la presente temporada.
El mejor partido atlético coincidió con un pésimo arbitraje de Pérez Burrull que haciendo justicia a su apellido no pudo haberlo hecho peor. Demostró no tener ni el carácter ni los reflejos suficientes para pitar un encuentro de este calado. Es complicado comerse tres (uno, dos y tres) penaltis de libro merecedores, los tres, de roja. Si esto le ocurriera al Real Madrid, mañana este señor estaría de retiro y sin billete de vuelta.
Sólo la actuación de este individuo valdría una única crónica o incluso daría para llenar un par de ellas. Pero como el Atlético de Madrid fue tan superior que hasta pasó por encima de los doce, pues oda a los colchoneros, porque ellos se lo merecen más que nadie.
¡Trece! tiros a puerta han tenido Fórlan y Agüero en sus botas, ¡trece!. Con un mínimo de fortuna y un portero medianamente presentable, los valencianistas se irían de vuelta al Turia con seis u ocho goles y sin desmerecerlos.
Por dedicarle unas palabras bonitas al equipo che, Silva y César han estado incomensurables. Ellos fueron la excepción en un desorientado once del que no salvaría a ni uno más.
Espero, y por ello rezaré en los próximos ciento dos días, que Marchena no forme parte de la expedición que defenderá a nuestro país en la Copa del Mundo de Sudáfrica. Un apreciable amigo y defensor a ultranza del zaguero, justifica su convocatoria en su incuestionable experiencia a lo largo de muchos años defendiendo la roja. Y yo, que soy así de drástico, le digo que si la experiencia que va a aportar es la que mostró hoy sobre el césped del Calderón, mejor que se sume a los millones de españoles que nos sentaremos en el sofá a la espera de ver a Casillas levantar tan preciada copa. Que lo haga, por favor, si quiere un poco a este país. Sus compatriotas se lo agradecerán. Además, tenemos buenos centrales para parar un tren. Domínguez y Botía son los dos más contundentes que se me ocurren ahora mismo.
Cambiando de tercio, al Atlético hoy no se le puede poner un solo pero. Nada que reprochar. Sobre todas las genialidades que hoy se han visto en el Manzanares, quiero destacar, aunque os pueda parecer raro, la gran progresión que ha protagonizado nuestro lateral derecho, Juan Valera. El "2" del equipo está crecido, con confianza, y ha demostrado a propios y a extraños que con diligencia y constancia uno puede sacar lo mejor de sí mismo, y Valera lo está haciendo.
A Reyes, además de subirle el sueldo, debemos hacerle un monumento. El utrerano es otro de esos ejemplos de superación personal que ha pasado del infierno al cielo. De su mano come ahora todo el equipo, ya que el ex madridista vertebra el centro del campo con la ayuda inestimable de jugadores de la talla de Assunçao o el propio Tiago, que ha hecho muy grande a este equipo.
Otro de los elementos definitorios de este nuevo equipo es su afición a jugar el balón sobre el césped, la pelota ya no le quema, y su presión continua al rival para destruir sus conatos de jugadas. Un estilo que cobra vital importancia ante conjuntos como el Valencia, acostumbrados a sembrar su éxito en su magistral fútbol en la línea ofensiva.
Para los restos, quedan el prometedor debut de Salvio en casa y la lesión de Agüero, que esperemos que quede en nada. La expulsión de Miguel fue rigurosa, la no expulsión de Banega, habiéndosela ganado meritoriamente en dos penaltis no pitados, lamentable.
Voy a dejar aquí esta crónica para no convertirla en un tostón. Sólo os pido un último favor: si queréis a este equipo, guardad este partido en vuestras vitrinas, y cuando perdamos en Zaragoza o contra el Xerez, poned la cinta o el DVD en el reproductor y recordad que este equipo, cuando quiere, puede ganar a quien se le antoje.
PD: Villa sí jugó de inicio, aunque no lo parezca. ;)
La presión. Ese elemento circunstancial que a algunos empequeñece y a otros, como el Atleti, le eleva a lo más alto. El infierno turco no fue tal, y los rojiblancos con cámara, sombrero y gafas de sol únicamente lo conocieron como turistas, sin padecer mal alguno.
Ojo, no fue un paseo de rosas ni mucho menos. Los jugadores del Galatasaray salieron a aplastar a su rival en el sentido literal de la palabra y no encadenaron una jugada 'limpia' de fútbol en todo el partido. Ya en la primera parte se cargaron al Kun Agüero y con ello se desvanecían parte de nuestras esperanzas para superar la eliminatoria. Perdonad mi maldad, pero creo que no fue coincidencia, y lo visto a posteriori refrenda mi teoría conspiratoria.
Como les funcionó su trama con el Kun, aplicaron el mismo teorema con Valera, y con Reyes, y con Jurado, esta vez con peor suerte ya que el que cayó, y sin posibilidad de recambio, fue uno de los suyos. Un tal Erkin se fue a la calle en un momento clave del partido, a diez minutos del final y con previsión de prórroga certera.
Para entonces Simao ya había colocado un chicharro en las redes del bueno de Leo y Keita, again, había puesto las tablas tras un obsequio gratuito del triste Antonio López, que estuvo tan gris como siempre. Peor incluso, negro como la eventual elástica del Atlético, estuvo Perea regalando un balón de gol a los turcos y, por si las moscas, un penalti con una mano que ni el juez de línea, ni el de gol, ni el arbitro, pudieron ver por fortuna.
La posesión y la iniciativa la mantuvieron siempre intacta los de Quique, aunque tampoco estuvieron sobrados de juego. Jurado, desaparecido como de costumbre, le dedicó un balón a Reyes que olía a gol desde que el utrerano lo tuvo sobre sus botas. Le clavó un pase al mismo corazón del área al charrúa Diego Forlán, y éste, revolviéndose como pez en el agua, encontró la posición adecuada para mandar a su equipo a los octavos de final de la Europa League.
Los jueves seguirán siendo días felices para nuestra afición, alegrías gratuitas que adelantan la sensación de fin de semana, de alivio y de descanso. Podemos seguir soñando porque lo merecemos y nos conocemos, pero lo haremos sabiendo que es muy posible que un viernes de éstos nos levantemos meados y entonces se acabará lo bueno, y nos daremos cuenta de que la liga no nos permite soñar, y entonces comenzaremos a rezar aquello de "virgencita, virgencita, que me quede como estoy... amén".
La delantera del Atlético de Madrid fue hoy algo así como un islote en el medio de un grande océano. Viven out del todo. Parte de la culpa hay que reprochársela a Jurado, un genio loco que no se entiende con nadie y que sus genialidades él se las guisa y él se las come. Forlán sigue escondido y Agüero, tras una inoportuna fiebre, no pudo jugar más que los últimos diez minutos.
Si hace unas semanas nuestro fuerte era la delantera, hoy lo es sin duda el centro del campo. Assunçao, Tiago y Reyes, con la secundaria ayuda de Simao, marcan una línea muy seria y creativa que, reitero una vez más, no es capaz de conectar con la delantera.
Aunque ya no hacemos el ridículo tanto como antes, seguimos sin estar a la altura. Calentamos el terreno pero no rematamos, justo como en lo que estáis pensando. Y claro, siempre hay algún pillín que se aprovecha de tu impotencia y te adelanta cuando menos te lo esperas, el terreno ya está perdido y no queda más que retirarte hasta nueva batalla. Piatti, el pequeño argentino, fue esta vez nuestro verdugo, y lo hizo con alevosía, cuando más duele, al final del partido.
Y no, no fue culpa de Asenjo. Todo lo contrario. El palentino demostró que es un grandísimo portero con un halagüeño futuro que le deparará grandes alegrías dentro o fuera del Calderón. El internacional sub-21 evitó que el Almería se adelantará en un par de ocasiones claras en las que no titubeó en ningún momento. El gol, tras un rechace, estaba fuera de su órbita.
Al igual que la portería, la defensa también cumplió. Unos más que otros, todo sea dicho. Por orden serían Ujfalusi, Domínguez, Perea, y allá a lo lejos, Antonio López. A pesar del gol, donde los cuatro sí pudieron hacer algo más.
Bajo los tres palos almerienses tampoco había un cojo. Diego Alves demostró que si el Real Madrid se ha fijado en él es por algo, y si Dunga fuese como debería ser también lo haría. El joven guardameta brasileño paró todo lo que le echaron en cara y no dio su brazo a torcer en los noventa minutos. Hasta los palos se aliaron con Alves, y si no que se lo pregunten a Tiago, quien fabricó una genialidad que se estrelló contra el travesaño.
El mejor de los nuestros, el incansable José Antonio Reyes. El de Utrera no tiene fondo, no se cansa y tiene pilas para rato. Por dentro y por fuera, arriba y abajo, defendiendo y atacando... Sin duda el jugador más completo y con mayor espíritu de los de Quique. Él sólo tuvo ocasiones para vencer cómodamente.
Salvio necesita aportar al equipo la chispa que le falta arriba. Forlán está limitado física y técnicamente y no puedo jugar 180 minutos cada semana. Ahí es donde entra el de Lanús, también Borja o Ibrahima, por qué no, pero que roten de una vez, por el bien del uruguayo y el de todos los aficionados rojiblancos.
Perdida toda esperanza de hacer algo serio en Liga no debiéramos perder la oportunidad de mantener la dignidad en Europa. Hay que salir a rabear.
PD: estoy harto de las lamentaciones en forma de foto que ilustran cada crónica, pero no me queda otra si quiero que sea representativa del encuentro.
El Atlético perdonó lo imperdonable. En cinco o seis ocasiones, Leo Franco y el palo impidieron a los del Manzanares consolidar la victoria cuando más de cara lo tenía. Tanto perdonar tuvo sus consecuencias y los rojiblancos finalmente viajarán a Estambul en posición de desventaja con la obligación de vencer en la bombonera turca.
Injusto empate, todo sea dicho. El Galatasaray no aportó absolutamente nada al partido. Con un juego tosco y oportunista tan sólo creaban peligro cuando la defensa atlética se lo ponía en bandeja, y para entonces estaba De Gea. Estaba hasta que estuvo, y entonces se fue lesionado. Entró Asenjo y lo siento, pero no fue lo mismo. Una media salida anticipaba que en la portería se había quitado el cerrojo, y apenas unos minutos más tarde se hicieron buenos los peores augurios. La afición le animó, le intentó levantar el ánimo, pero ni con esas. No sé si sería la falta de rodaje, de confianza o una depresión de caballo, pero el palentino no estuvo a la altura en el gol de Keita, como tampoco lo estuvo el conjunto de la defensa.
Por el resto bien, el equipo aportó fútbol, buenas intenciones y mucha valentía. No se achicaron en ningún momento, ni siquiera con el gol del empate. La crónica hubiese sido muy distinta con una mínima victoria.
El gol, una vez más, llegó de una jugada a balón parado. Reyes bota una falta que se clava magistralmente en la escuadra corta del ex guardamenta del Atleti. Todo muy bonito, de color de rosa, hasta el lamentable e injusto gol de Keita.
La mejor noticia fue el debut de Salvio, que casi marca en su primer balón con la elástica colchonera tras un buen centro al área de Valera que poco le faltó para convertirse en gol.
Reyes y Simao pusieron el juego, Agüero el talento y Raúl García, en un buen partido, impuso su estilo en el centro del campo. Forlán, que sigue jugando al escondite, estuvo desaparecido y sólo algunos planos de la televisión con su camiseta sudada nos hacían intuir que estaba sobre el césped.
El resultado no es bueno, no hubo fortuna. La semana grande no acabó del todo bien pero nada está perdido. El melón está abierto y el Atlético deberá mostrar en Turquía todo su arsenal si es que verdaderamente no quiere tirar a la basura, de buenas a primeras, la UEFA de toda la vida.
El Atleti-Barça será bautizado, por segundo año consecutivo, como el Domingo de Resurrección. El año pasado fue un uno de marzo y este año un catorce de febrero, pero lo importante es que, según la tradición, cuando los rojiblancos vencen a los azulgranas, aquellos encadenan una racha victoriosa que no encontrará fin hasta la última jornada. Que se cumpla por hoy y por siempre, amén.
Queridísimos amigos (de conveniencia) merengues, hoy os hemos hecho un favor sin tener el más mínimo ánimo de ello. Nos sentimos en deuda con el club blaugrana porque queremos pasar desapercibidos en la lucha por la liga. Así pues, estamos obligados a devolverle la renta de los cinco puntos que hoy les hemos arrebatado. Para la hazaña ya hay fecha y lugar: el 27 de marzo en el Santiago Bernabéu.
Mientras tanto analizaremos la victoria de hoy, un partido nada despreciable. Según un colega culé, lo más destacado ha sido el debut de Marc Bartra. Nosotros, que somos más profundos, vamos a titularlo 'El Día del Orgullo Colchonero'. Hoy no nos importa salir del armario y decir, con la cabeza bien alta, que es aquello que nos conmueve, que nos cambia el sentido del humor y que hoy, concretamente hoy, nos llena de orgullo: el Atlético de Madrid.
Me preguntaba mi incrédula novia que por qué no jugábamos siempre así. Claro, la pobre -atlética de adopción y casi obligación- se come cada partido de éste, nuestro equipo, y no acaba de comprender como somos capaces de ganar al Barcelona y pifiarla, día sí, día también, contra equipos inmensamente inferiores a nosotros.
Pues amiga, esto es el Atleti. Y el Atleti es así. Cuando decenas de millones de espectadores de todo el mundo están pendientes de nuestro equipo, los jugadores de buenas a primeras corren el doble, defienden el triple, y el balón no les quema bajo los pies. Es como si quisiesen justificar delante de mamá y papá que ellos son buenos, no como el equipo. Y si además de a mamá y a papá se lo demostramos a los mejores clubs europeos mejor.
El atrevimiento de Reyes en el primer gol es el mejor de los ejemplos. Vaya jugadón protagonizó el sevillano tumbando a la zaga barcelonista y dándose a Forlán, allí donde más a él le gusta, para que la mande al fondo de la portería. Más tarde, la misma jugada la tuvo Ujfalusi para Agüero, pero desgraciadamente el resultado no fue el mismo.
Otra de las novedades, quizás la mayor de las sorpresas, fue la frustrante desorientación que sufrió el mediocampo del Barcelona, en especial su cerebro, Xavi Hernández. Desesperado al ver que no daban asentado su estilo de juego, estuvo incómodo todo el partido y no supo aprovechar los huecos de la defensa colchonera que hoy, todo sea dicho, ha estado muy seria, al igual que el conjunto del equipo.
El once que presentó Quique no perdió la calma ni los nervios y conservó la ambición de ir a por el partido y ganarlo, sin mostrar nunca sus vergüenzas a excepción de las facilidades que tuvo Ibra (el sueco) para cabecear el único gol del Barcelona tras un mal marcaje de Perea. Éste, a pesar de todo, remendó sobradamente dicho fallo y neutralizó no pocos ataques de los Iniesta, Messi o el propio Zlatan.
Como esto es un no parar el jueves tenemos un nuevo reto para una nueva competición. Ante el Galatasaray veremos si aún nos quedan fuerzas para aspirar a hacer algo curioso en la UEFA de toda la vida. De nuevo las dudas o el éxtasis total, nunca se sabe.
Javier Dorado
Hoy creí ver al 'vasco' Aguirre en Quique Sánchez Flores. Fue una sensación un tanto extraña. Ver como un futbolero se achicaba ante el Racing de Santander no es fácil de asimilar. Hizo bueno a Forlán. Así no se planta un grande.
Pero en fin, quedó en una mera anécdota. Valera quiso confirmar la mala idea de jugar con cinco defensas, pero pronto se arrepintió y consiguió equilibrar la balanza. Ante su ex equipo, se atrevió a dar incluso taconazos sumándose así a la moda Guti Haz.
Cuan importante fue el uno a uno, que el Atlético se deshizo de sus complejos y empezó a experimentar eso de jugar al fútbol. Vieron que podían, y se atrevieron a dar más de dos pases seguidos. Unos cracks.
Y a lo tonto a lo tonto los minutos pasaban, el Atlético controlaba, y ni mucho menos renunciaba a marcar el segundo. Y olé, allí estuvo Jurado. Calmó el sistema nervioso de algún escéptico que aún manejaba el peor escenario y de paso demostró que es un jugón. Cuando quiere, claro.
Como Valera recordó a Guti, Christian no quiso ser menos e imitó a CR9. Codazo en toda la geta a Ibra y al vestuario. Sin duda el Racing perdió los nervios y el sosiego, pero peleó hasta el último minuto por sacar algo positivo del partido, y al final se llevó el gato al agua.
Desapercibidos pasarían los tantos de Xisco y Tchité de no ser porque jugaban con uno menos y porque De Gea, sorprendentemente, se comió dos balones, los primeros tan evidentes desde que se hizo con la titularidad en detrimento de Asenjo.
Si los partidos empezasen en el minuto diez y acabasen en el ochenta, el Atleti se ahorraría unas cuantas decepciones, y de paso, ganaría un buen puñado de puntos.
Perea, en su faceta particular, pasó desapercibido. Buen síntoma éste, qué siga así. El resto del equipo mantuvo el tipo y no contempló en ningún instante faltar a la importante cita en el Bernabeu.
Ahora viene lo bueno, o lo malo, hijos míos. Marbella, Recre, Celta y Racing fueron chistes malos al lado de lo que nos espera el 26 de mayo. Rezo porque ganemos, porque estemos a la altura, porque salgamos con la cara buena y porque la afición tenga algo que celebrar por primera vez en quince años. Rezo, porque de ello dependen las expectativas del futuro y una generación de aficionados deseos de caer enamorados por el equipo colchonero. Necesitamos mimos, y como somos tan conformistas, la Copa nos vale.
Ah, por cierto, el domingo nos toca el Barça y tenemos que dar la talla. Qué digo dar la talla, tenemos que ganarles como Dios manda.
Aupa, coño.
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